#ElPerúQueQueremos

GONZALO, GERARDO Y GABRIEL, LA PRIMERA FORMACIÓN DE INYECTORES EN EL 2000. FOTO: GUILLERMO FIGUEROA

Despega "Bombardero": la historia del primer disco de Inyectores que cumple 20 años

Cuando Gonzalo Farfán y Gabriel Bellido llegaron a esta movida, el punk recién estaba emergiendo en el Perú. Otros pensaron que este par de adolescentes eran pura pose. Pero nunca se fueron de esta escena, resistieron los 80, 90, 2000, tocando en banda tras banda hasta hoy. Los que ya no están son otros. Tras varios proyectos juntos, en el 2000 formaron Inyectores, y en el 2001 sacaron el álbum debut del grupo, "Bombardero". La banda sigue viva a pesar de la pandemia. En este post de YOUCANSAYFUCK, repasamos la historia de este icónico disco de la mano de Gonzalo Farfán, su fundador y vocalista.  

Publicado: 2021-06-21

Cómo hablar de Inyectores sin hablar de G-3, cómo hablar de G-3 sin hablar de Autopsia, cómo hablar de Autopsia sin hablar de la movida subterránea, y cómo hablar de la movida subterránea sin hablar de los inicios del rock independiente en el Perú en los años 80. En cualquier caso, dos personajes han estado presentes a lo largo de esta historia y han tocado en todas estas bandas: Gonzalo Farfán y Gabriel Bellido, hoy ya con 54 y 53 años, respectivamente. Dos señores a los que no se puede dejar de mencionar si hablamos de los inicios del rock peruano independiente en el país. E incluso del rock de este milenio.

Casi desde el inicio, en los 80, cuando eran apenas adolescentes fueron tildados de pitupunks, de pura pose. Cuando decidieron hacer su propia movida con G-3, para que no los jodan, en la Jato Hardcore de Barranco, llegaron más bandas y armaron su mancha. Pasaron tantos años de pie en esta escena que nunca se fueron. Hoy juntos en Inyectores, grupo creado en el 2000 y que el año pasado cumplió ya dos décadas de vida, celebran los 20 años del primer disco de la banda, y allí están. Los que se fueron, son otros.

gonzalo FARFÁN y gabriel BELLIDO, JUNTO A GUILLERMO figueroa, cuando tocaban en g-3.

Cuando termina G-3, en paralelo Gonzalo termina también con una relación de pareja de muchos años y se quita de su chamba en la empresa donde había trabajado por largo tiempo. Fue un momento fuerte de ruptura en el sentido musical y personal. Siguió componiendo canciones por su cuenta, sin saber si lanzarse como solista o qué. Gabriel, su compañero de toda la vida, le propone hacer otra banda. Por otro lado, en el cine, un día Gonzalo se encuentra con Gerardo Rojas y le pregunta si quiere tocar batería. Este estaba haciendo música electrónica, ya no hacía rock, pero Gonzalo le insistió, “broder, es como montar bicicleta, anda a probar”, le dice. Entonces, se vuelven a juntar tres ges, ahora las respectivas de Gonzalo (voz y guitarra), Gabriel (bajo) y Gerardo (batería), para formar una nueva banda. ¿Se dan cuenta que fácilmente se pudo armar otro G-3? Pero, no, esta vez formaron Inyectores, un grupo de hardcore punk con influencias melódicas. Era octubre del año 2000.

A inicios del milenio, el punk melódico estaba en boga a nivel mundial e influyó en las bandas de adolescentes que comenzaban a formarse entonces. Había una nueva mancha con grupos como 6 Voltios, Diazepunk, Dalevuelta. Por su parte, Gonzalo y Gabriel, ya hechos unos muchachones de treintas, daban sus primeros conciertos con Inyectores en bares como El Más Allá, el Sargento Pimienta, La Noche de Barranco. Pero pronto se unen a esta nueva manchita de bandas conformadas por chicos mucho más jóvenes que ellos. En esos años nace otra etiqueta, la de “chikipunks”, asociada a las bandas de punk melódico como las antes mencionadas.

¿Tenían los Inyectores algún prejuicio para tocar con estas bandas de punk melódico hechas por “chikipunks”? “Mi primera impresión fue esta es una escena de punk melódico con letras más cotidianas, más ligeras… A mí me parecía un momento natural porque era lo que estaba escuchando en el mundo, Blink-182, No Use for a Name, era lo que estaba en la mente del público y de las bandas. Yo venía con influencias del hardcore más antiguo y duro. Pero no me molestó… Nunca me identifiqué o identifiqué a Inyectores con el término de chikipunk o con la posibilidad de formar parte del chikipunk. A inicios de los 2000 ya teníamos treinta y tantos y no teníamos nada de chiki…punks (RISAS). Musicalmente tampoco, porque veníamos de otra escuela, hablábamos de otras cosas”, cuenta Gonzalo.

Si bien lo suyo es el hardcore, en cuanto a punk melódico se queda con bandas con otros discursos en sus letras, como Bad Religion o Propagandhi, dice. Podríamos decir que las influencias de Gonzalo para Inyectores son bandas clásicas que siempre son importantes para él, Minor Threat, 7 Seconds, pero en este tiempo también escuchaba a Green Day, Foo Fighters, The Jesus And Mary Chain, Weezer. Había nacido Inyectores.

primera formación de inyectores en el año 2000: gonzalo (voz y guitarra), gabriel (bajo) y gerardo (batería).
FOTO: GUILLERMO FIGUEROA

                                                                  ***

Gonzalo cuenta que desde niño siempre ha tenido un sueño recurrente. “Soñaba: yo en un avioncito tipo dibujo animado. Volaba por Lima y le tiraba fruta a la gente, no sé por qué. Sobrevolaba por Lima y les tiraba plátanos, sandillas. Tal vez era una premonición de que iba a ser vegetariano. Yo con la capucha y los lentes del Bombardero tal cual”. Dice que si la banda no se hubiera llamado Inyectores, se hubiese llamado Bombardero. Pero como se descartó este nombre para el grupo, entonces quedó como título del primer disco.

En el 2001, Inyectores lanza el “Bombardero” por Mundano Records. El disco incluye 10 temas de punk sencillo, llenos de velocidad y melodía, con las letras en su sitio, pogueables absolutamente. Incluye también un hidden track acústico que hoy solo conocen los coleccionistas. La portada es ya un clásico, un aporte de Mauricio Muñoz, quien venía dirigiendo los videoclips de la banda. “Es una fotografía estática capturada de un documental de la segunda guerra mundial. Sale este aviador subiéndose a uno de estos aviones de la segunda guerra mundial, está en el momento en que le van a cerrar la cabina, y se hace un stop y se le agarra esa expresión donde solo se le ve la cara, solo se le ven los ojos y sale frunciendo ceño. Para mí es una carátula súper fuerte”, dice Gonzalo. Las fotos interiores del disco fueron tomadas en el primer festival de Rock en el Parque en junio de ese mismo año. Para ese concierto, ya Riky Noriega se había integrado en la segunda guitarra de Inyectores.

Para grabar este disco, montaron un estudio temporal en una casa de Chorrillos, junto a Pedro Callirgos, socio de Gonzalo en Mundano Records. Alquilaron máquinas y equipos de grabación y tuvieron todo el tiempo para grabar sin apuros. Pero lo que más demoró fue el proceso de mezcla. El disco se lanzó en octubre del 2001, exactamente tras un año de formada la banda.

El primer tiraje fue de 1000 discos, y luego se sacaron cinco tirajes más. Seguramente no fueron los únicos discos del Bombardero que circularon en la ciudad, por otro lado, habría que contar también los tirajes de discos piratas, claro. Probablemente, como clásico que es, este sea uno de los discos más pirateados de inicios de los 2000. Adicionalmente, el disco tuvo una edición americana por el sello X Rekordz de Boston en el 2002, con el CD en color plateado a diferencia de la edición peruana en negro. En el 2017, se volvió a reeditar el álbum incluyendo una nueva versión del tema Bombardero. Actualmente el disco ya ha pasado el millón de reproducciones solo en Spotify.

colección personal de diana joseli, editora de youcansayfuck.

                                                                 ***

El disco abre con la canción homónima, “Bombardero”. Gonzalo dice: “No quería hablar de guerras. Entonces me acuerdo de ese sueño que tenía de niño, y escribo la letra pensando en esa figura. Y la letra se trata de un tipo que sale al mundo a tirar mala vibra, pero es como una metáfora, como que supera todas tus frustraciones”. De hecho los riffs de guitarra de esta canción nacieron primero, incluso en el tiempo en que aún G-3 no había terminado. Gonzalo dice que si G-3 no hubiera acabado, el Bombardero hubiese sido su siguiente disco. Pero ya los tiempos eran otros.

El tema que sigue es el sello del disco para Gonzalo, “(El Valle de Rafael) El Mono Rojo”. Es una canción ecologista, y hasta animalista. El personaje que habla en primera persona es un animal. La historia va de un mono rojo que, ante el crecimiento de las ciudades que se van comiendo la selva, escapa de su hábitat, viaja buscando su libertad, y llega a la ciudad. La letra es clara: “Miré al cielo y no pude ver / Busqué mi hogar y nunca llegué / Busqué paz y no la encontré / Me di cuenta de la evolución / Cambió la mente por un motor / Que dejó vacío y dolor en mí”. Si volvemos a escuchar la canción con esta mirada que nos revela su autor, definitivamente más que hablar de un animal, es un tema que nos interpela en nuestra propia humanidad, en un mundo que no solo es nuestro.

Luego hay un grupo de canciones que hablan sobre la frustración como una cosa totalmente humana, como en “Cada vez”, “Zombie”, “Un hombre solo”, aunque con cierta mirada final que invita a salir de hoyo emocional. Por un lado está: “Ves tu vida y está tan herida / Escondido entre sombras que siempre cubran tu mala suerte / Tras tu ira no hay nada más que envidia / Golpeado por tus propios actos y toda esa mala energía”. Y por otro lado está el “Y aquí estoy, con el peso de la desilusión / Tirando abajo toda la presión / Golpeándole la cara a la tristeza / Solo voy, pero siempre conmigo estaré”. Y el “Vamos levántame, muévete / Un día más muriendo sentado, sin más que un recuerdo vago / De un futuro que no llegó y que sigues esperando hoy”.

Un detalle curioso es el saxo que suena casi a la mitad de “Un hombre solo”. Es muy raro escuchar un viento en un disco de punk o hardcore peruano. Afuera otras bandas punk más antiguas como X-Ray Spex sí le metían su saxo. Aquí le da cierta fineza y elegancia, mientras suenan las guitarras distorsionadas, por eso mismo el tema no deja de ser menos punk. Gabriel había heredado un saxo de su padre que nunca supo tocar, y dio la idea para meter el instrumento en la canción. Para grabar esa parte invitan al saxofonista Gonzalo Polar, vecino de Piti Callirgos. En vivo, este tema nunca ha podido sonar con saxo tal como se encuentra en el disco.

Otra canción en esa línea es “Mundo nuevo”. Le pregunto a Gonzalo si la escribió pensando en la ruptura de G-3, sobre todo porque está cantada y tocada inicialmente con ese estilo más ochentero y por la letra que tiene este comienzo: “Mirando hacia atrás ahora puedo recordar / Un mundo lleno de gracia que nunca quise olvidar / Donde compartimos almas y nuestra amistad / Y en donde aún queda la magia que supimos crear”. Pero dice que esa canción trata del rompimiento con su novia que luego se va al extranjero. Por eso de “Te vi atrapar un mundo nuevo…/ Debiste partir para volver a ser feliz”. Pero si hay una canción romántica a todas luces, o que en todo caso es evidente que habla de una relación de pareja de dependencia es “Orbital”.

Ahora, qué duda cabe que “Poder volar” es la canción mejor lograda del disco. La historia que hay detrás es fuertísima. “Es una canción que está basada en una historia de abuso infantil, en la que el hijo para librarse de esa vaina se suicida. Y se mezcla esta onda de que el primer deseo de los niños siempre es volar. Es una historia infantil pero el niño nunca pudo volar, sino que terminó tirándose de un edificio”. La letra es sencilla, pero súper potente. No por eso deja de tener toda la velocidad de una canción punk rock, y los pogos siempre son memorables aquí.

“Tristeza” tiene también su historia curiosa. A Gonzalo le gusta esta palabra por su solo sentido fonético. Si hubiera tenido una hija dice que le hubiera llamado Tristeza. Así como hay gente que se llama Dolores, Esperanza, por qué no va a haber alguien que se llama Tristeza, dice medio en broma medio en verdad. Como sabe cualquiera que tenga el disco físico, al final hay un track escondido que es una versión acústica de “Tristeza” con una base de guitarra acústica, violín y teclado. La historia es esta, cuenta Gonzalo que estaban en el estudio Villa Rubí de los Mar de Copas y “le digo a Wicho, mira la canción que hemos hecho, y le digo quiero meterle un arreglo, agarro una acústica, y la toco suave, y Wicho agarra el piano y dice podrías meterle esta huevada, y agarra un órgano y hace una vaina de violines, y le digo qué paja esta huevada. Le digo micra esta vaina, y en treinta segundos estaba yo grabando con la voz y guitarra, y Wicho haciéndole los violines ahí con el teclado. Y salió como un jammin y quedó. Nos la llevamos y se nos ocurrió meterla como un hidden track. No fue nada premeditada”. En vivo esta versión de la canción nunca ha sonado con violín, pero sí con teclado.

El disco cierra oficialmente con “Soñador”. Hay un sentido de positividad que siempre está detrás del discurso de la escuela hardcore de la que viene Gonzalo. Esta última canción refleja parte de eso en la letra: “¡Hey! / Soñador, despierta / Mira la realidad / Nadie construirá tu hermosa vida”. Y así volvemos otra vez al clásico llamado de hazlo tú mismo, supera el problema, porque nadie va a hacerlo por ti. La reivindicación de la agencia del ser humano por encima de los golpes del sistema, o algo así.

                                                                     ***

Para celebrar los 20 años de “Bombardero”, Inyectores prepara la reedición física del disco, además de sacar un nuevo merch adicionalmente al pack de polos oficiales, cervezas artesanales y medias para la estación que también ha sacado la gente de HacemosMerch. Lo único penoso es que la pandemia nos impida celebrar un disco así con un concierto en vivo y un gran pogo.

En las próximas semanas, a Gonzalo y Gabriel les corresponde ser vacunados contra el infame bicho del Covid-19. Quizás tenerlos vivos es lo que más importa ahora. La celebración y los pogos pueden esperar. Ya habrá tiempo para volver a gritar “Despega, Bombardero, vuela sobre el miedo de tu corazón”.

FOTO: ROCKATONO

El rocanrol es nuestra cultura y nuestra contracultura. Si te gustó esta nota, suscríbete AQUÍ, y síguenos en twitter como @youcansayfuck.


Y O U C A N S A Y F U C K también ha publicado:

Alberto Vergara deja la política para celebrar el cumpleaños de Bob Dylan

20 años de Rock en el Parque: más allá de los pogos en ronda y los punkies de quince años

"Cielo Rock": un libro sobre el Sid Vicious peruano, el último subte, y más


Escrito por

Escarlata

Diana Joseli (Lima, 1992), editora de Youcansayfuck.lamula.pe desde abril del 2017 hasta mayo del 2022.


Publicado en

youcansayfuck

Crítica, investigación y difusión de rock independiente. Foto de portada: Raúl García.