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FOTO: CORTESÍA DE ALBERTO VERGARA

Alberto Vergara deja la política para celebrar el cumpleaños de Bob Dylan

Es el único politólogo peruano que cita canciones de Bob Dylan para analizar la política nacional. Algunos saben de quién habla, otros aún no. ¿Quién sabía de Dylan en el Perú, antes de haber sido designado Premio Nobel de Literatura en el 2016? Pero ahora no hablamos de política con él, esta vez hay un tema más relevante que tratar. Conversamos con Alberto Vergara sobre Bob Dylan -todo un tema en sí mismo- a propósito de los 80 años que este dios en la tierra cumple el 24 de mayo.

Publicado: 2021-05-03

Es poco probable que alguien en el planeta no haya escuchado nunca una canción de Bob Dylan en su vida. En el Perú, mínimo una canción suya ha sido hit en las radios limeñas, pero claro en las voces de otros, hechos covers, es decir. Quién no se sabe Knockin on heaven’s door. Esa es de Dylan, pero tiene mejores. De hecho, la mayoría de bandas o artistas de talla universal han hecho alguna vez un cover de sus canciones: The Rolling Stones, The Ramones, Iggy Pop, Patti Smith, Guns N' Roses, Sonic Youth, My Chemical Romance, por ejemplo.

Alberto Vergara escucha a Bob Dylan desde el colegio, a fines de los años 80. Pero fue a un concierto suyo recién en el 2003 en Bruselas. Fue solo, con su chela, caminó cerca del escenario, disfrutó del concierto todo lo que pudo, y escribió sobre nuestro homenajeado: “Cuando aparece en el escenario pienso que podría no tocar, podría quedarse petrificado como un monumento imponente, no acercarse al piano ni rasgar su guitarra. Que aunque se quedase estático le aplaudiría, como un peregrino laico llegado de romería tan solo a agradecerle cada milagro”. Vaya creyente, cuánta fe de parte de un agnóstico confeso. Desde entonces lo ha visto muchas veces en vivo. Al Perú, Dylan no ha venido nunca.

Ahora, el inicio es este. Vergara tenía 13 o 14 años, y en el mundo que él admiraba, Bob Dylan estaba siempre presente. En ese entonces, para Vergara, el dios era Sabina. Los primeros discos que escuchó de Dylan los encontró en la biblioteca de su colegio. No sabía inglés, pero algo había allí. Constantino Carvallo, director de Los Reyes Rojos, era absolutamente dylaniano, esa es la clave, dice. “Constantino tenía todo. La pared de su casa en donde estaban los CDs, era el sinónimo del éxito en la vida. Y ahí estaba todo Dylan, todo, todo”, afirma.

Sin embargo, recién cuando compró el Greatest Hits Vol. 2, dijo: “ala, este es mi hombre”. Se hizo amigo de Manolo Barrios, y un día este se apareció en su casa con 18 o 20 CDs de Dylan. Desde allí lo comenzó a escuchar en orden, desde su primer disco homónimo lanzado en 1962 hasta lo publicado entonces. Escucha el Live 1966 (The "Royal Albert Hall" Concert) y el Time Out Of Mind que salen en el 97. “Ese es la cagada, de los mejores discos de Dylan, pero es nuevo. Entonces, lo que te gusta no es un reciclado de generaciones previas, sino que el tipo está vivo y está produciendo”. No había vuelta atrás. En el 2016 le conceden el Premio Nobel de Literatura a Dylan, y ante dimes y diretes en el mundo entero, Vergara salió en su defensa, aunque lo cierto es que le interesa mucho más que como letrista solamente.

a pedido del mismo bob dylan, patti stmih acudió en su representación a
la ceremonia del premio nobel de literatura 2016.
su amistad viene desde mucho tiempo atrás.

¿Hay alguna canción de Bob Dylan que te guste más por la letra que por la música?

Yo creo que no hay que evaluarlo como poeta. Yo creo que es un escritor extraordinario de canciones. Y eso no es per sé ni más ni menos que ser un poeta. Es un oficio distinto. Me parece que no es alguien a quien debamos escindir el texto de la interpretación, porque lo importante es que son textos hechos para cantarse. De la misma manera que alguien que escribe teatro, nadie escribe teatro para que esté en un libro. Del mismo modo, Dylan no escribe una canción para que esté en una colección de letras, las escribe para cantarlas… En Idiot wind, en un momento dice: ‘I can’t even touch the books you’ve read’ / ‘Ni siquiera puedo tocar los libros que has leído’. Es un berrinche medio cojudo en realidad, pero la importancia no está en el verso, sino que en el increcciendo de la canción, el tipo se está indignando, y la indignación va colmándose. Su valor no está en el verso, sino en cómo debe ser entonado, dicho, gritado. En ese sentido, es incorrecto que Dylan tenga que ser evaluado solo como un poeta. Es un buen poeta, pero lo importante no es que sea un buen o mal poeta, lo importante es que es un gran artista.

Pero, de hecho, estás de acuerdo con que le hayan concedido el Premio Nobel de Literatura en el 2016

Ah, sí, claro. Pero me parece al mismo tiempo restrictivo… Lo suyo son textos extraordinarios para ser cantados. Hay cosas que tienen que ver con la interpretación, o mejor: el vínculo entre la interpretación y el texto. Por ejemplo, Knockin on heaven’s door.

Justo estaba pensando en esa canción, porque tiene muchos covers

Tiene muchos covers. Pero fíjate, ‘knockin’ este gerundio de ‘tocando’. Ya el verbo tiene una cuestión de recurrencia, de proceso largo. Pero la interpretación profundiza y refuerza esa canción. Knock knock knock, es una onomatopeya contra la puerta, que prolonga aún más lo que el verbo de por sí ya denota: la continuidad. Entonces… puta madre, ¡este huevón, pobrecito carajo, está tocando, tocando y tocando, y quiere ver si entra y no puede! Si no fueras un intérprete tal vez solo necesitarías decir: knockin on heaven’s door. Pero él necesita decir: 'knock knock knockin on heaven’s door'. Yo insistiría en la implicación de música y texto. Es un maestro de ponerle palabras a la música. Y eso es una genialidad en sí misma.

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Para llegar a esta canción archiconocida que sale en el 73 como parte de la banda sonora de la película Pat Garrett y Billy the Kid, para llegar a esta etapa de Dylan, es decir, ya nos hemos salteado varias. El inicio en los 60, con sus canciones folk, hechas en solitario, a punta de guitarra acústica y armónica. Muchas veces canciones protesta, pero muchas veces también canciones de amor que, ciertamente, la mayor parte del tiempo distan del discurso del amor romántico más cursi. Como aquella titulada ‘It ain’t me babe’, la canción más bonita para chotear. “Hay canciones políticas pero también hay canciones de amor. Es alguien con un montón de sombreros, y tratar de meternos solo en uno es difícil”, dice Vergara.

Sin embargo, la faceta más conocida de Dylan es la de las canciones protesta y su rol acompañando a los movimientos sociales. Algunos sectores de izquierda reconocen su importancia, le otorgan distinciones. La prensa le revienta el título de mesías, de salvador, de profeta. Le preguntan por los problemas del mundo y se cansa de que le busquen respuestas que él no tiene. Se aburre de eso. Pronto siente que llevar ese repertorio político de canciones es “como cargar carne muerta”, y decide explorar más allá, no sin antes romper malamente con la izquierda y negarse a seguir siendo su sirviente, como dijo Allen Ginsberg.

Vergara apunta: “Puede ser que un sector de la izquierda no lo comprende. Lo rechazaron por no seguir haciendo lo de siempre. Más que una posición política, me parece una posición de artista, se resistió a seguir haciendo lo mismo por años. Bueno, dijo: ya hice 100 canciones, ya hice lo que tenía que hacer, ahora nos movemos a otra cosa”.

Bob Dylan se pasa al rock en el 65, pero en ese momento no se le ve nada de revolucionario al rock, la revolución era el folk, y Dylan se colgó la guitarra eléctrica y tomó el camino que quiso, como siempre. Vergara escribió en otro artículo: “El rock no es otra cosa que un tren o una carretera donde se queman las amarras con el pueblo chico, con la casa, con el padre, y se parte en busca de nuestro auténtico ser. El rock o el entierro de la cojudez. No hay individuo libre sin rocanrol. Y un pueblo sin rocanrol es una comunidad de esclavos”. Dylan puede tocar el mismo repertorio pero nunca de la misma forma. Un día folk, otro día rock, luego blues, country, etcétera. Tal vez quien ha hecho más covers de Dylan es Dylan mismo.

En un artículo decías que Dylan desafía al público al interpretar cada tema de distinta manera, y es como una suerte de ejercicio de adivinanza que nos hace como público. ¿Tú cómo tomas esa adivinanza? Hay gente que dice: bueno, no doy con la adivinanza, me rindo.

Yo he visto muchas veces a Dylan en vivo, y abajo donde hay gente parada, hay grupos de dylanianos que cuando empieza la música dicen es “tal”, hay una competencia por quién reconoce primero qué canción es. Y es ahí donde me doy cuenta que no soy ni remotamente un dylaniano enfermo. Dylan tiene un repertorio más o menos estable pero con muchas variaciones. Creo que uno tiene que ir, vas y lo ves y lo aplaudes y ves qué cosa quiere tocar. Yo no voy con ninguna esperanza, en el sentido de ojalá toque esta o toque la otra, que haga lo que le dé la gana ese día, porque es lo que mejor va a hacer. Yo sí creo que uno va a un concierto de Dylan a rendirle tributo y a escuchar lo que él generosamente se le ocurra tocar para ti. Y si quiere cantar las mañanitas o happy birthday to you, no soy nadie para poder exigirle nada ni criticarlo, siempre voy a ir a reconocerle lo que hace.

Ir a un concierto de Dylan es no saber lo que va a pasar esa noche. Hay canciones que siempre lo he visto tocar, Like a rolling stone, Ballad of a thin man, All along the watchtower, Simple twist of fate, de las que me acuerdo, pero hay muchas que no. Una vez lo vi tres noches seguidas en Nueva York y me acuerdo que hubo un día que fue mucho más sosegado, no sé si acústico o íntimo, y los otros días fue más bullero, más rockero. Si tú has visto a los Rolling Stones, sabes que ese concierto desde el segundo uno hasta el segundo último, es exactamente el mismo no importa dónde toquen o cuándo toquen. Es el Big Mac de la música. Estés en Taiwan o en el Perú, un Big Mac significa un Big Mac, y siempre va a ser igual. Aquí no ocurre eso, pues. Dylan es más como un chef que cocina con los ingredientes del día, y entonces hay días en que los ingredientes están frescos, hay días en que los ingredientes están guardados, hay días en que no hay tal ingrediente y hay que ponerle otra cosa. Por eso es que los músicos de Dylan son alucinantes, tienen que saberse 120 canciones para que él pueda cantar la que quiera.

¿Tú crees que algún día Dylan venga a Perú post-pandemia? ¿O por qué no ha venido hasta el momento?

No sé la verdad. Me da la impresión de que no hay tanto público. Es un problema de demanda. Yo entiendo que ha ido a Argentina, Brasil, Uruguay, no sé si a Chile. Y también a él no le debe de hacer ninguna gracia meterse a un avión 15 horas para llegar al Perú o a cualquier sitio. A él lo que le gusta es dar vueltas por Estados Unidos y por Europa.

¿Te quedas con algún Dylan en particular, con el cantante folk, con la versión más eléctrica, con el de los 70 después del accidente de la moto, con el de los 80, con su etapa de conversión religiosa, con su etapa más reciente?

Yo los separaría de otra manera. Para mí habría como tres Dylan temáticos. Y aquí creo que estaría traicionando mi defensa de él como músico y performer, antes que como letrista. Pero creo que como letrista me gustan algunas canciones que son muy de cowboy. Para mí Dylan es un cowboy, como un personaje gringo, solo, yendo hacia el oeste en su caballo. A mí me gustan esos Dylan que son la exploración del viaje. Cuántos personajes de Dylan dicen no tengo nada en el futuro, ya quemé todo lo que tenía atrás, no sé para dónde voy, el horizonte está muy lejos pero la casa que quemé también. Esta idea del individuo caminando, buscando, construyendo, me parece muy fuerte. Y de hecho una de las canciones que más me gusta de Dylan no es tan conocida, y está en Pat Garrett y Billy The Kid, la película que hace Sam Peckinpah, y donde Dylan actúa de un personaje menor pero sobre todo le hace el soundtrack a la película. Son varias variaciones de la canción, y hay una que es Billy 4, y esa condensa muy bien este tema dylaniano de la construcción del viaje individual. La incertidumbre de la libertad, ese es el gran tema que está allí. En esa canción Billy, está uno de los versos que más me gusta: ‘Billy, they don’t like you to be so free’, les jode que seas libre Billy. Y más abajo en esa canción está otro de mis versos favoritos: ‘Every little sound just might be thunder’. Cualquier sonido pequeñito puede ser un gran rayo, una gran tormenta. Está en la lógica del western, porque cualquier pequeño sonido puede ser que tus enemigos te vengan a disparar. Pero también está en la lógica de una cosa mucho más grande y abstracta: vivir es eso, en cualquier momento ocurren esas cosas que descarrilan un viaje, buenas, malas, no sabes. Esa es su vida. Su vida es estar en un tour de música desde el 88, sin parar, y hacer 120 conciertos al año, y seguir andando.

una foto que no necesita mayor descripción. aún hay dioses en la tierra.
solo hay que saberlos escuchar.

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Vergara es el único politólogo peruano conocido que cita a Dylan cada vez que le piden un análisis sobre la coyuntura nacional. Hay quienes reconocen el verso, y hay quienes no, seguro que muchos que no. Realmente no se ha escuchado demasiado a Dylan by Dylan en el Perú, es decir no por medio de covers sino por él mismo. Incluso posteriormente a su designación como Premio Nobel de Literatura, las bibliotecas universitarias recién se pusieron al día con los libros publicados por Dylan y sobre Dylan. Pero sin ir más allá como promover conversatorios o cursos, cosas que por supuesto se hacen ya en otros países.

El día de su cumpleaños, el 24 de mayo, como siempre pasa habrá más gente hablando de política en Twitter, haciendo tendencia a cualquier impresentable del gobierno o a cualquier gente que en unos días más va a tomar el poder, y al contrario pocos nos levantaremos con un disco de Dylan a todo volumen en nuestro cuarto, para celebrarle sus 80 años de inmortalidad en vida.

¿Hay alguna canción de Dylan que recuerde al Perú o que creas que sirva para pensar mejor al país?

Últimamente con la pandemia, me parece que hay una serie de sus canciones apocalípticas que parecen cobrar un sentido nuevo. Por ponerte una muy concreta, yo vivo en Panamá, y aquí frente a mi departamento hay una carretera, que hizo Odebrecht, que va sobre el mar. Es una carretera que costó mucho y que conecta al barrio más rico de Panamá y el aeropuerto con el centro, y durante la pandemia ha estado vacía. Era alucinante ver esta súper carretera de siete carriles vacía. Entonces, yo pensaba: ‘I saw a highway of diamonds with nobody on it’ / ‘Vi una carretera de diamantes sin nadie en ella’, de A hard rain’s a-gonna fall. Entre todas las imágenes apocalípticas, esta aquella que es una carretera de diamantes sobre la cual no va nadie. Y ver esta carretera que debe haber costado millones sin un auto encima, totalmente vacía mientras el mundo se detiene, uno siente que ‘a hard rain is gonna fall’. Me parece súper power como imagen. Además esa es la canción que canta Patti Smith en la ceremonia del Nobel. Hay algo de eso, de esas canciones medio apocalípticas que tienen una connotación particular en medio de la pandemia, en cualquier parte, y en el Perú seguramente también. No es que Dylan te provea de un marco de análisis. Dylan te ayuda a pensar. Te obliga a pinponear ciertos versos con ciertas cosas, aunque no lo entiendas.

En estos últimos días algo que me ha impactado mucho de la pandemia en el Perú es cómo se está muriendo gente con plata. Conozco a cuatro o cinco personas de clase alta o media alta que simplemente se han muerto, sobre todo mayores que no los están atendiendo porque no hay sitio ni va a haber sitio, los están dejando morir en las puertas de los hospitales.

Y ahí la canción que te viene a la mente es Like a rolling stone

Y eso es un poco Like a rolling stone, efectivamente, porque ahí dices: ‘how does it feel?’, qué se siente ser como cualquier mortal. Hay de eso, pero también pensaba en el inicio de It’s alright ma, i’m only bleeding. La ausencia de repuesta en el país, la ausencia de un reflejo nacional de construir un discurso crítico, una postura o algo y más en un contexto de elecciones, es como ‘It’s alright ma, i’m only dying’. Sí, pues, son solo 120 mil muertos pero qué vamos a hacer. El sacudón no lleva a una toma de consciencia, a un despertar. Y el inicio de la canción es: ‘Darkness at the break of noon shadows even the silver spoon’. O sea es: la oscuridad en pleno mediodía, alcanza incluso a la pitucada. Y más abajo usa la palabra eclipse. Creo que es eso, el país que supuestamente estaba en su mejor momento, lo han eclipsado en pleno medio día, y las sombras alcanzan incluso a los privilegiados, es el fracaso total. O como diría Soda Stereo, el eclipse no fue parcial.

¿Qué te parece el nuevo disco Rough And Rowdy Ways?

La canción principal Murder most foul es regresar a su tradición Whitman, Allen Ginsberg, con ese aluvión de versos que va sobre el deterioro, el desgaste, el no pudimos. Toda la canción da vueltas alrededor de la muerte de Kennedy, y todo en lo que Dylan participó, la idea de que podía surgir algo mejor y que de alguna manera se perdió, y lo saca con el loco Trump en el poder y con la pandemia en expansión. Y suena como un réquiem. Ni siquiera por América, sino por lo que América pudo ser. Un réquiem por lo que pudo ser. Y lo que pudo ser está en todas estas cosas que él nombra en la canción. Ahora como disco creo que no es un disco sobre eso. Me da la impresión que es un disco de alguien en paz, que se va a ir en paz. Un poco como esa canción de Leonard Cohen en donde dice: I’m ready my lord. Listo, se ha acabado el viaje. Yo lo veo como que está cerrando el círculo, se está reencontrando con Jimmy Reed. Incluso esta canción que tiene sobre Key West, que es el punto más lejano de Estados Unidos metido en el Caribe prácticamente. Y, bueno, ahí está la paz, en este punto súper lejano de retirada, geográficamente es el punto más incrustado en el mar del continente americano. Es alguien que está procesando todo esto. No es como el del 97, el Time out of mind, que es un disco sobre la rabia que produce la posibilidad de la muerte en alguien que todavía es finalmente joven, un cincuentón que ha tenido un problema cardíaco. Es mucho más la ansiedad de la muerte y la posibilidad de que todo esto se joda. Es un disco no conforme. Este sí, es un disco de paz con lo hecho.

Puede ser su álbum de despedida, pero conociendo que es alguien que siempre está haciendo música, incluso en pandemia tal vez está con mucho más tiempo ahora que está sin conciertos. Quizá está componiendo canciones que no van a ser publicadas, pero las hace por el simple placer de componer.

Pero al mismo tiempo es alguien que se toma su tiempo para hacer los discos. Fíjate ese disco ha salido el año pasado, y no sacaba discos con canciones propias desde el 2012, creo, con el Tempest, han pasado ocho años, y saca un disco sólido, grande, importante. Podrá grabar discos, pero la idea es que saca estos productos después de cierto tiempo. Si no es el último, puede ser el penúltimo. Está cumpliendo 80 años… Además lo que me temo que para alguien como él, que lo que necesita es estar en la carretera tocando de pueblo en pueblo, que lo hayan anclado a su casa, debe ser fuerte, ah. Es alguien que desde el inicio se planteó como un errante trovador como Robert Johnson y Cisco Houston.

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Vergara dice que hay versos de Dylan que constituyen su marco teórico por default para el tratamiento del tiempo en las ciencias sociales. Por ejemplo, esta frase: ‘you can always come back, but you can’t come back all the way’ / 'siempre puedes volver, pero no puedes volver del todo'. Es decir, en sus palabras: “el punto inicial importa pero luego hay un margen para discutir, mover, no puedes volver al punto inicial. O sea, tú puedes irte atrás para defender algunas huevadas, pero tampoco todo. Esta combinación del margen del acción, pero también tienes una trayectoria”. Alberto también dice que otra de sus frases favoritas de Dylan es esta ‘to live outside the law, you must be honest’ / ‘para vivir fuera de la ley, tienes que ser honesto’.

Bob Dylan ha sido multitudes de gentes en una sola persona a lo largo de sus ocho décadas de existencia y trascendencia. Y se ha zurrado en muchas leyes sin sentido en el mundo de la música y de lo políticamente correcto que tendría que hacer un artista para quedar bien siempre con todos. Qué duda cabe que esa es la única manera de ser sincero en este mundo.

Para vivir al margen de la ley, Dylan ya fue lo suficientemente honesto.



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Escrito por

Escarlata

Diana Joseli (Lima, 1992), editora de Youcansayfuck.lamula.pe desde abril del 2017 hasta mayo del 2022.


Publicado en

youcansayfuck

Crítica, investigación y difusión de rock independiente. Foto de portada: Raúl García.