Por Alejandra Bernedo 

Tal como las voces de Liam Gallagher o Kurt Cobain nos remiten a los 90, la de Chester Bennington es la más icónica del rock de los tempranos 2000. ¿Quién viene a tu mente cuando mencionan Linkin Park? Está fijado en las mentes el alarido que recita “Crawling in my skin / these wounds, they will not heal?”. Nadie hubiera imaginado que toda su energía un día se podría esfumar de esta realidad.  

Hybrid Theory está en el top de los álbumes más vendidos del siglo XXI. Las millones de descargas -desde plataformas legales o desde el viejo Ares-, las innumerables reproducciones online, hablan de un grupo con un sonido y un mensaje muy accesibles. Algunos lo verán como un punto débil por su alcance comercial. Lo cierto es que pocos lograron en esa dimensión una conexión emocional, momentánea o constante. “A mí, Linkin Park me suena a nostalgia, a buenos tiempos”.

El 24 de octubre del 2000, fue lanzada la banda sonora, voluntaria o no, de los recuerdos de dos generaciones. La que sonaría en cabinas de internet incontables veces. El primer disco, sea original o pirata. El siglo XXI ha visto pasar cambios tremendos en la producción y los modos de consumo de la música. Una banda que los ha vivido todos es Linkin Park. “Hybrid Theory” llegaba a los oídos de quienes en el futuro serían llamados “millennials”, un día como hoy hace ya 20 años atrás. El tiempo pasa, la música queda.

“Me gustaron todas las canciones y me pareció raro”, cuenta un fan. Y sí, es que parece un greatest hits de las primeras composiciones de la banda.

De los integrantes, llamaban la atención Joe Hahn, aportando el sonido electrónico como DJ, función extraña de ver para los chiquillos rockeros. Pero si hablamos del distintivo sonoro de la agrupación, sería un acercamiento al rap desde el rock a través del fraseo de Mike Shinoda y los gritos de Chester Bennington. Al margen de las reacciones púberes de quienes recuerdan sentirse los jefes del barrio por escuchar nu metal, el encasillamiento no era una premisa. “Me ayudaron a abrir mi mente a diferentes sonidos más allá de los géneros”, comenta una de las integrantes del club de fans oficial.

Como decía Kurt Cobain, “la música llega primero; la letra, después”. Así empezó para muchos la experiencia de vivir la música de Linkin Park. “No entendía mucho qué decían, solo sé que quería gritarlas”, dice Javier, de 29 años. Tarareadas, mal cantadas, tocadas a punta de palmadas sobre la carpeta escolar. El desconocimiento del inglés no era una valla. “Al principio me caían mal, no paraban de sonar en todas partes”, recuerda Juan Carlos, de 36 años, fan desde los 17.

Algunos los conocieron gracias a los videos oficiales. Otros, por la radio o navegando en internet, por casualidad. Entre las anécdotas que los primeros fans del grupo comentan, está el hecho de prestarse discos para escucharlos en casa. Costumbre hoy perdida en medio de la era del streaming, y aún más fosilizada en tiempos de distanciamiento social.

La primera confusión Linkin Park/Limp Bizkit hizo que incluso se prestaran o compraran el CD equivocado. Habías logrado escuchar algo nuevo antes de la existencia de las sugerencias de Spotify. Lanzaron el single “One Step Closer” dos meses antes de su álbum debut. Mike Shinoda comentaba para el canal de YouTube FBE que no mostraría el videoclip de esa canción como referencia del trabajo del grupo, porque la estética le parecía porno. El tema no estuvo mal posicionado en los charts, pero singles como “Crawling”, “Papercut” y sobre todo “In The End” alcanzarían mayor repercusión.

Esta última canción, en particular, aparece en los recuerdos de más de uno relacionada a los otakus y videos dedicados al anime. “Creo que salía en todos los amvs de Naruto”, dice Miguel, de 28 años. “Luego, los busqué y no pude parar de escucharlos”, comenta otro fan de base 3. “Desde ese día tuvieron toda mi atención, me compré mi Hybrid Theory piratón que escuchaba noche y día hasta que ahorré para comprarme un original y ese fue solo el comienzo”, recuerda Giuliana, fan y embajadora de Linkin Park Perú, quien incluso conoció a los músicos en persona.

Las letras, mientras más se lograba entender lo que decían, más próximas se les hacían a los jóvenes, a quienes no la pasaban bien, a quien encontraba en la música a un amigo y un resquicio de libertad. No puede dejar de mencionarse la inevitable atención y el apego que se terminaban dirigiendo hacia Chester (1976-2017). Carismático, talentoso como pocos. Alguien que pudo dedicarse a cantar en un rubro menos pop y agradecemos no lo haya hecho nunca.

“Hacía minipogos en la carpeta con el único amigo que tenía”. Los recuerdos a los que están atadas las canciones no siempre son los mejores de la vida. La adolescencia es una etapa dura, de sensación de soledad, de preguntas sin resolver. Parece que los adultos juzgan hasta el play que presionas. Y cuando solo quieres liberarte de todo, aparece la música.

Aparece Chester pegando agudos tan viscerales que te sacan a la superficie. Y una vez más, puedes respirar.

Agradecimientos a: Giuliana Torres, Salomón Pacheco, Miguel Ángel, Alma Tovar, César Rodríguez, Erick Loayza, Javier Murga, Paul Pérez, Miguel Bazán, Juan Carlos Matamoros, Luis Cárdenas-Natteri, Oscar Huamán y Linkin Park Perú.

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